Redactar en tercera persona es una técnica fundamental en la escritura que permite narrar o comunicar ideas desde un punto de vista externo, sin hacer uso del yo o del tú. Esta forma de escribir se utiliza comúnmente en textos formales, académicos, científicos, literarios y periodísticos. A través de la tercera persona, el autor mantiene una distancia narrativa con el contenido, lo que aporta objetividad y profesionalismo al texto.
¿Qué significa redactar en tercera persona?
Redactar en tercera persona implica escribir utilizando pronombres como *él*, *ella*, *ellos*, *ellas* o *usted*, evitando el uso de *yo* o *tú*. Esta forma narrativa permite que el lector se mantenga en un rol pasivo, recibiendo la información sin que el autor o el destinatario directo estén presentes en la narración. La tercera persona se divide en tres tipos: tercera persona singular (él/ella), tercera persona plural (ellos/ellas), y tercera persona impersonal, que no se refiere a un sujeto específico.
Por ejemplo, en un texto académico, se podría escribir: *Se estudia el efecto de la luz solar sobre la fotosíntesis*, en lugar de *Yo estudio el efecto de la luz solar sobre la fotosíntesis*. Esta forma de redactar aporta formalidad y neutralidad, características esenciales en muchos tipos de escritura.
Además, la tercera persona ha sido usada históricamente como herramienta narrativa en literatura clásica, desde los relatos bíblicos hasta las obras de autores como Cervantes o Shakespeare. Esta técnica permite que los personajes actúen y sean descritos sin que el autor intervenga directamente en la narración, lo que enriquece la experiencia del lector.
La importancia de la tercera persona en la escritura formal
En la escritura formal, la tercera persona es esencial para mantener un tono profesional y objetivo. Su uso es especialmente relevante en ensayos, informes, artículos científicos y documentos oficiales, donde la subjetividad debe evitarse para garantizar la credibilidad del contenido. Al escribir en tercera persona, el autor no se convierte en el protagonista de la información, lo que permite que los hechos o argumentos se presenten de manera clara y sin sesgos.
Por ejemplo, en un informe de investigación, se evita decir *Yo encontré que…* y se prefiere *Se observó que…* o *Los resultados indicaron que…*. Esto no solo aporta objetividad, sino que también facilita la revisión por pares, ya que el texto no depende del sujeto que lo escribió, sino de los datos y argumentos presentados.
Un aspecto clave de la tercera persona es que permite a los autores mantener un tono neutro, lo que resulta fundamental en textos que buscan persuadir, informar o educar al lector sin influir emocionalmente. Por otro lado, en la narrativa literaria, la tercera persona se usa para crear distancia entre el narrador y los personajes, lo que permite una mayor variedad de perspectivas y una narración más rica y compleja.
La tercera persona en la narrativa literaria
En la literatura, la tercera persona es una herramienta narrativa poderosa que permite al autor contar una historia desde un punto de vista externo, lo que puede ofrecer una visión más amplia de los eventos y personajes. Esta técnica puede ser omnisciente, donde el narrador conoce los pensamientos y sentimientos de todos los personajes, o limitada, donde el narrador se centra en un solo personaje. Ambas formas tienen sus ventajas y se usan según el propósito del autor.
Por ejemplo, en *Cien años de soledad*, Gabriel García Márquez utiliza una narración en tercera persona omnisciente para abarcar generaciones de una familia y mostrar cómo se entrelazan sus vidas. En contraste, en *Harry Potter y la Piedra Filosofal*, J.K. Rowling utiliza una narración limitada en tercera persona, lo que permite al lector experimentar la historia desde la perspectiva de Harry.
La tercera persona también puede ser usada de manera impersonal en textos que no se centran en personajes específicos, como en ensayos filosóficos o manuales técnicos. En estos casos, la narración sigue siendo objetiva y estructurada, lo que facilita la comprensión del lector.
Ejemplos prácticos de redactar en tercera persona
Para entender mejor cómo redactar en tercera persona, es útil analizar ejemplos concretos. A continuación, se presentan algunas frases en primera persona y su equivalente en tercera:
- Primera persona: *Yo estudio literatura para comprender mejor la sociedad.*
Tercera persona: *Él estudia literatura para comprender mejor la sociedad.*
- Primera persona: *Tú debes revisar los datos antes de presentar el informe.*
Tercera persona: *Usted debe revisar los datos antes de presentar el informe.*
- Primera persona: *Nosotros trabajamos juntos para alcanzar los objetivos.*
Tercera persona: *Ellos trabajan juntos para alcanzar los objetivos.*
- Primera persona: *Yo no soy responsable de la decisión.*
Tercera persona: *Ella no es responsable de la decisión.*
- Primera persona: *Tú y yo debemos colaborar más.*
Tercera persona: *Ustedes deben colaborar más.*
Estos ejemplos muestran cómo se puede transformar un texto para que mantenga su esencia pero se ajuste al tono formal y neutral que exige la tercera persona. Además, en textos académicos o científicos, es común ver frases impersonales como *Se concluye que…* o *Se recomienda…*, que también son formas válidas de redactar en tercera persona.
La tercera persona como herramienta narrativa
La tercera persona no solo es una técnica de escritura, sino una herramienta narrativa que puede enriquecer cualquier tipo de texto. En la literatura, permite al autor crear una distancia controlada entre el lector y los personajes, lo que puede ser útil para construir suspense, mantener misterio o incluso manipular la percepción del lector.
Por ejemplo, en novelas de misterio, el autor puede usar la tercera persona para revelar información que solo el narrador conoce, manteniendo al lector en la incertidumbre. En contrasto, en novelas sentimentales, la tercera persona puede usarse para mostrar los sentimientos de múltiples personajes, lo que permite una comprensión más rica de las dinámicas emocionales.
Además, en textos técnicos o científicos, la tercera persona ayuda a mantener la objetividad y a evitar que el autor se convierta en el protagonista de su propio trabajo. Esto es fundamental en la comunicación académica, donde la validez de los argumentos depende de su fundamentación en hechos y datos, no en opiniones subjetivas.
10 ejemplos de redacción en tercera persona
- *El estudio se enfocó en las causas del cambio climático.*
- *El experimento mostró resultados significativos en el tratamiento.*
- *Se observó una correlación entre el consumo de café y la productividad.*
- *El investigador presentó una teoría innovadora sobre el comportamiento animal.*
- *La empresa anunció un nuevo proyecto de sostenibilidad.*
- *El personaje principal enfrentó desafíos que lo llevaron a madurar.*
- *Se concluyó que la intervención fue exitosa.*
- *El autor destacó la importancia de la educación en el desarrollo humano.*
- *El grupo de estudiantes participó en una investigación sobre la salud pública.*
- *El texto se analizó para identificar patrones de uso del lenguaje.*
Estos ejemplos ilustran cómo la tercera persona puede aplicarse en diversos contextos, desde la literatura hasta la ciencia. Cada uno mantiene un tono neutro y profesional, lo que refuerza la idea de que esta forma de redactar es esencial para la comunicación efectiva.
El impacto de la tercera persona en la comunicación efectiva
El uso de la tercera persona tiene un impacto significativo en la claridad y la recepción del mensaje. Al evitar el uso del yo, el autor no solo mantiene una distancia emocional con el contenido, sino que también permite que el lector se concentre en la información presentada, sin distracciones emocionales o subjetivas. Esto es especialmente útil en contextos donde la objetividad es clave, como en la educación, la política o la salud pública.
Por otro lado, en la comunicación interpersonal, el uso de la tercera persona puede evitar conflictos. Por ejemplo, en una discusión laboral, decir *El equipo no coordinó bien los tiempos* puede sonar menos personal que decir *Yo no coordiné bien los tiempos*. Esto permite abordar el problema sin atacar directamente a una persona, lo que facilita la resolución de conflictos y la construcción de soluciones colaborativas.
La tercera persona también es útil en la educación. Al redactar instrucciones, manuales o guías, los autores usan la tercera persona para mantener un tono uniforme y profesional. Esto no solo mejora la comprensión del lector, sino que también facilita la traducción y adaptación del texto a diferentes contextos culturales.
¿Para qué sirve redactar en tercera persona?
Redactar en tercera persona sirve para varios propósitos, entre los que se destacan:
- Objetividad: Permite presentar información sin influencia emocional o subjetiva.
- Profesionalismo: Es la forma estándar en textos académicos, científicos y oficiales.
- Neutralidad: Ayuda a evitar sesgos o interpretaciones personales.
- Claridad: Facilita la comprensión del lector al mantener un tono uniforme.
- Versatilidad: Se puede adaptar a múltiples géneros literarios y contextos narrativos.
Además, al usar la tercera persona, los autores pueden mantener una distancia emocional con el contenido, lo que es especialmente útil en textos que tratan temas sensibles o conflictivos. Por ejemplo, en un artículo sobre políticas públicas, redactar en tercera persona permite presentar diferentes puntos de vista sin favorecer a ninguno en particular.
Formas alternativas de redactar en tercera persona
Además de los pronombres tradicionales (*él*, *ella*, *ellos*, *ellas*), existen otras formas de redactar en tercera persona que pueden ser útiles según el contexto. Una de ellas es la tercera persona impersonal, que no se refiere a un sujeto específico, sino a una acción general. Por ejemplo: *Se recomienda revisar las normas antes de presentar el documento*.
También es común el uso de la voz pasiva, que puede ser una forma de evitar el sujeto activo. Por ejemplo: *El informe fue revisado por el comité de evaluación*. Aunque la voz pasiva no siempre es la mejor opción (puede dificultar la claridad), en ciertos contextos, como en textos oficiales o científicos, puede ser útil para mantener un tono neutral.
Otra alternativa es el uso de frases impersonales como *Se espera que…*, *Se concluye que…* o *Se recomienda…*, que son comunes en textos académicos y técnicos. Estas frases permiten presentar ideas o resultados sin atribuirlos a un sujeto específico, lo que refuerza la objetividad del texto.
Cómo la tercera persona mejora la calidad del texto
La tercera persona no solo mejora la calidad del texto, sino que también contribuye a su profesionalismo y claridad. Al evitar el uso del yo, el autor no solo mantiene una distancia emocional con el contenido, sino que también permite que el lector se enfoque en la información presentada. Esto es especialmente importante en textos que buscan persuadir o informar al lector sin sesgos.
Por ejemplo, en un artículo de opinión, usar la tercera persona puede ayudar a presentar diferentes puntos de vista de manera equilibrada, lo que fortalece la argumentación. En textos técnicos o científicos, la tercera persona ayuda a mantener un tono uniforme, lo que facilita la comprensión y la revisión por pares.
Además, al redactar en tercera persona, los autores pueden evitar el uso de lenguaje subjetivo o emocional, lo que reduce el riesgo de malentendidos o interpretaciones incorrectas. Esto es especialmente relevante en contextos donde la precisión y la claridad son fundamentales, como en la educación, la salud o el derecho.
El significado de redactar en tercera persona
Redactar en tercera persona significa presentar un texto desde un punto de vista externo, sin hacer uso del yo o del tú. Esta forma de escritura se caracteriza por el uso de pronombres como *él*, *ella*, *ellos*, *ellas* o *usted*, y es una herramienta fundamental en la escritura formal, académica y literaria. Su uso permite mantener un tono neutral, profesional y objetivo, lo que facilita la comprensión del lector y la credibilidad del autor.
En la literatura, la tercera persona puede ser omnisciente, limitada o distante, dependiendo del nivel de conocimiento que el narrador tiene sobre los personajes. En la escritura académica o científica, la tercera persona se usa para presentar resultados, argumentos y conclusiones sin influir emocionalmente al lector. En ambos casos, el objetivo es mantener una distancia narrativa que permita al lector enfocarse en el contenido del texto.
Un punto clave del uso de la tercera persona es que permite al autor mantener la coherencia del texto, ya que evita cambios bruscos de perspectiva o tono. Esto es especialmente útil en textos largos o complejos, donde la claridad y la estructura son esenciales para la comprensión del lector.
¿De dónde proviene la tercera persona como forma de escritura?
La tercera persona como forma de escritura tiene sus raíces en la antigüedad, cuando los relatos orales y escritos se transmitían a través de narradores externos que no formaban parte de la historia. En la literatura clásica, autores como Homero usaban la tercera persona para contar historias épicas como *La Ilíada* y *La Odisea*, donde el narrador se mantenía al margen de los eventos y simplemente los relataba.
Con el tiempo, la tercera persona se convirtió en una herramienta narrativa esencial, especialmente en la literatura medieval y renacentista, donde los autores comenzaron a explorar diferentes perspectivas y puntos de vista. En el siglo XX, con el auge del realismo y el modernismo, la tercera persona se usó de manera innovadora para mostrar múltiples perspectivas y profundizar en la psicología de los personajes.
Hoy en día, la tercera persona sigue siendo una técnica fundamental en la escritura académica, literaria y periodística. Su uso se ha estandarizado en muchos campos, y su importancia no ha disminuido con el paso del tiempo.
Diferencias entre la tercera persona y otras formas de escritura
La tercera persona se diferencia de otras formas de escritura, como la primera y la segunda persona, en varios aspectos. La primera persona, que utiliza *yo*, permite al autor contar directamente su experiencia o punto de vista, lo que puede aportar una conexión emocional más fuerte con el lector. Sin embargo, también puede introducir sesgos o subjetividad en el texto.
La segunda persona, que usa *tú* o *usted*, es menos común en textos formales, pero se usa con frecuencia en guías, manuales o textos interactivos. A diferencia de la tercera persona, la segunda persona puede crear una sensación de cercanía con el lector, lo que puede ser útil en contextos educativos o motivacionales.
En contraste, la tercera persona mantiene una distancia narrativa, lo que permite una mayor objetividad. Esto la hace ideal para textos donde la credibilidad y la profesionalidad son esenciales. Cada forma de escritura tiene sus ventajas y desventajas, y el uso de una u otra depende del propósito del texto y del público objetivo.
¿Cómo se aplica la tercera persona en la vida cotidiana?
La tercera persona no solo es útil en textos formales o literarios, sino también en la vida cotidiana. Por ejemplo, en el ámbito laboral, los empleados pueden usar la tercera persona para presentar informes o comunicados sin hacerse responsables directamente de los contenidos. Esto ayuda a mantener una actitud profesional y a evitar conflictos.
En la educación, los maestros y estudiantes usan la tercera persona al redactar trabajos académicos, lo que refuerza la objetividad y la profesionalidad de los textos. En el ámbito personal, también se puede usar para describir eventos o situaciones sin recurrir al yo, lo que puede ser útil para mantener una distancia emocional o para facilitar la comprensión de otros.
Además, en la comunicación interpersonal, la tercera persona puede usarse para evitar conflictos. Por ejemplo, en una conversación difícil, decir *El equipo no coordinó bien los tiempos* puede sonar menos personal que decir *Yo no coordiné bien los tiempos*. Esto permite abordar el problema sin atacar directamente a una persona, lo que facilita la resolución de conflictos y la construcción de soluciones colaborativas.
Cómo usar la tercera persona en diferentes contextos
Usar la tercera persona correctamente implica conocer el contexto y el propósito del texto. A continuación, se presentan algunas pautas generales para su uso:
- En textos académicos: Evita el uso del yo y presenta los argumentos de manera objetiva. Ejemplo: *Se analizaron los datos obtenidos en el experimento*.
- En literatura: Usa la tercera persona para contar la historia desde un punto de vista externo. Ejemplo: *El protagonista se enfrentó a una decisión difícil*.
- En periodismo: Presenta los hechos de manera imparcial. Ejemplo: *El gobierno anunció nuevas medidas económicas*.
- En textos técnicos: Usa la tercera persona para mantener un tono profesional. Ejemplo: *El equipo completó la auditoría con éxito*.
- En textos oficiales o institucionales: Usa la tercera persona para evitar subjetividad. Ejemplo: *La empresa se comprometió a mejorar su servicio*.
Cada contexto requiere un enfoque diferente, pero en todos ellos, la tercera persona aporta claridad, objetividad y profesionalismo al texto.
Errores comunes al redactar en tercera persona
A pesar de que la tercera persona es una técnica útil, es común cometer errores al usarla. Algunos de los errores más frecuentes incluyen:
- Mezclar las formas de primera y tercera persona: Por ejemplo, *Yo creía que él no estaba interesado*.
- Usar la tercera persona de manera incoherente: Cambiar de forma narrativa sin una razón clara puede confundir al lector.
- Evitar el uso de la tercera persona en contextos donde es necesario: En textos formales o académicos, el uso de la primera persona puede ser visto como subjetivo o poco profesional.
- Usar la voz pasiva de manera excesiva: Aunque puede ser útil, la voz pasiva puede dificultar la claridad del texto.
- No adaptar el tono al contexto: La tercera persona puede sonar fría o impersonal si se usa en contextos donde se busca una conexión emocional con el lector.
Evitar estos errores requiere práctica y atención al detalle. Una revisión cuidadosa del texto puede ayudar a corregir estos problemas y mejorar la calidad general del escrito.
Ventajas y desventajas de redactar en tercera persona
La tercera persona ofrece varias ventajas, como la objetividad, la profesionalidad y la claridad. Sin embargo, también tiene algunas desventajas que es importante considerar:
Ventajas:
- Mantiene un tono neutral y profesional.
- Permite una narración más objetiva.
- Facilita la comprensión del lector al evitar cambios bruscos de perspectiva.
- Es ideal para textos académicos, científicos y oficiales.
Desventajas:
- Puede sonar fría o impersonal en contextos donde se busca una conexión emocional con el lector.
- Puede dificultar la identificación del lector con los personajes en textos narrativos.
- En algunos casos, puede dificultar la expresión de opiniones o emociones personales.
A pesar de estas desventajas, la tercera persona sigue siendo una herramienta fundamental en la escritura. Su uso depende del contexto, el propósito del texto y el público objetivo.
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