La costumbre, en el pensamiento de Fernando Savater, es un concepto fundamental para entender cómo nos comportamos y cómo nos relacionamos con los demás. Este filósofo español, conocido por su enfoque pedagógico y reflexivo, aborda la costumbre no solo como un hábito repetitivo, sino como una fuerza que moldea nuestras acciones, nuestras creencias y, en cierta medida, nuestro carácter. En este artículo exploraremos a fondo lo que Savater ha expresado sobre este tema, con el objetivo de comprender su relevancia en la vida cotidiana y en la formación personal.
¿Qué dice Savater sobre la costumbre?
Fernando Savater, en su obra *Educación para la Libertad*, aborda la costumbre como una forma de conducta repetida que, con el tiempo, se convierte en automática. Según él, las costumbres son como rutas que trazamos en la mente y el cuerpo, y que, una vez establecidas, nos ahorran el esfuerzo de pensar cada paso. Esto puede ser positivo, como en el caso de levantarse temprano o leer diariamente, pero también puede volverse negativo si se trata de hábitos destructivos, como el miedo al cambio o la procrastinación.
Savater también destaca que las costumbres no solo son individuales, sino también sociales. Explica que muchas de las normas que seguimos en la vida están arraigadas en costumbres colectivas, y que estas suelen ser más poderosas que las leyes escritas. Por ejemplo, en muchas culturas, la puntualidad o el respeto al horario son costumbres tan arraigadas que trascienden las normas formales de un lugar de trabajo o una institución.
Además, Savater propone que la costumbre no siempre es un enemigo de la libertad. Más bien, es una herramienta que, si se cultiva con intención, puede liberarnos de la necesidad de decidir constantemente sobre asuntos triviales, permitiéndonos enfocarnos en decisiones más importantes. La clave, según él, es que las costumbres deban ser elegidas conscientemente y revisadas periódicamente para que no se conviertan en cadenas invisibles que limiten nuestra autonomía.
La influencia de las costumbres en la formación personal
La formación personal, según Savater, está profundamente influenciada por las costumbres que adquirimos a lo largo de la vida. Desde la infancia, nos vamos moldeando con base en los hábitos que repetimos: cómo nos vestimos, cómo hablamos, cómo nos relacionamos con los demás. Estos comportamientos, al repetirse, se convierten en parte de nuestra identidad y, en muchos casos, determinan el tipo de persona que somos.
Un ejemplo interesante es la costumbre de la lectura. Quien se acostumbra a leer desde joven, no solo amplía su conocimiento, sino que desarrolla una manera de pensar más crítica y reflexiva. Por otro lado, una persona que se acostumbra a la pereza intelectual, a no cuestionar ni a no buscar respuestas, se limita a sí misma en su desarrollo personal y profesional. Savater insiste en que, si bien no podemos controlar todos los factores que moldean nuestras costumbres, sí podemos elegir cuáles queremos fortalecer y cuáles debemos reemplazar.
En este sentido, la costumbre se convierte en un factor clave en la educación. No se trata solo de enseñar contenidos, sino de fomentar hábitos que perduren en el tiempo. Esto incluye la puntualidad, la responsabilidad, el respeto y la honestidad, entre otros. Savater sostiene que la educación debe centrarse no solo en lo que se enseña, sino en cómo se enseña y en qué costumbres se inculcan durante el proceso.
La costumbre y la lucha contra la rutina
Savater también aborda el tema de la rutina como una cara oscura de las costumbres. Mientras que las costumbres pueden ser positivas, la rutina, en cambio, puede volverse monótona y estancada. La diferencia principal, según el filósofo, es que la rutina no implica elección consciente, mientras que una costumbre bien formada sí. La rutina, por tanto, es un hábito que se repite sin reflexión, sin intención y, en muchos casos, sin propósito.
Un ejemplo de rutina negativa es la de trabajar en el mismo lugar, con las mismas tareas, sin buscar crecimiento ni cambio. Esto puede llevar a la insatisfacción, al aburrimiento y, en el peor de los casos, a la apatía. Savater propone que es necesario revisar periódicamente nuestras rutinas para identificar aquellas que no nos aportan valor y reemplazarlas con costumbres que sí lo hagan. Esto implica un compromiso con la autocrítica y con el autodesarrollo, dos aspectos fundamentales en su filosofía educativa.
Ejemplos de costumbres positivas según Savater
Savater destaca que hay ciertas costumbres que, si se cultivan con intención, pueden transformar la vida de una persona. Entre ellas, destaca la costumbre de la lectura, la puntualidad, la honestidad y la responsabilidad. Estas no solo benefician al individuo, sino que también fortalecen la sociedad en la que vivimos.
Por ejemplo, la lectura es una costumbre que no solo amplía el conocimiento, sino que también desarrolla la capacidad de análisis y la empatía. Quien se acostumbra a leer, se acostumbra también a pensar profundamente, a cuestionar y a comprender perspectivas distintas. Por otro lado, la puntualidad es una costumbre que refleja respeto tanto por uno mismo como por los demás. Es una forma de decir: Mi tiempo es valioso, y también lo es el de los demás.
Otras costumbres que Savater valora son la honestidad y la responsabilidad. La honestidad no solo es un valor moral, sino también una forma de construir relaciones de confianza. La responsabilidad, por su parte, implica asumir las consecuencias de nuestras acciones y ser dueños de nuestras decisiones. Ambas costumbres son pilares fundamentales para una vida plena y auténtica.
La costumbre como base del carácter
Savater sostiene que el carácter de una persona está formado, en gran medida, por las costumbres que practica con regularidad. No es algo innato, sino que se construye a lo largo del tiempo a través de decisiones repetidas. De esta manera, el carácter no es algo fijo, sino algo que puede evolucionar y mejorar si se eligen las costumbres adecuadas.
El filósofo compara el carácter con un tejido, formado por hilos que son las costumbres. Cada acción repetida añade un hilo más, y con el tiempo, el tejido se vuelve sólido. Si los hilos son fuertes y positivos, el tejido lo será también. Si, en cambio, los hilos son débiles o negativos, el tejido puede desgarrarse con facilidad. Por eso, Savater enfatiza la importancia de cultivar costumbres que fortalezcan nuestro carácter y nos preparen para enfrentar los desafíos de la vida.
Este proceso no es inmediato ni sencillo. Requiere constancia, disciplina y, sobre todo, consciencia. Quien desea mejorar su carácter debe estar dispuesto a examinar sus costumbres y a cambiar aquellas que no le sirven. Esto no significa que debamos ser perfectos, sino que debemos ser auténticos y comprometidos con nuestro crecimiento personal.
Cinco costumbres que Savater recomienda cultivar
- Leer con regularidad – La lectura no solo amplía el conocimiento, sino que también desarrolla la capacidad de análisis y la empatía.
- Ser puntual – La puntualidad refleja respeto tanto por uno mismo como por los demás.
- Ser honesto – La honestidad construye relaciones de confianza y fortalece el carácter.
- Ser responsable – Asumir las consecuencias de nuestras acciones es un paso fundamental hacia la madurez.
- Reflexionar diariamente – Tomar un momento para pensar en lo que hicimos, lo que aprendimos y qué podemos mejorar es una costumbre que potencia el crecimiento personal.
Estas costumbres, si se cultivan con constancia, pueden transformar la vida de una persona de manera positiva. No se trata de un esfuerzo momentáneo, sino de una práctica continua que, con el tiempo, se convierte en parte del carácter.
La relación entre costumbre y educación
La educación, según Savater, no solo es un proceso de transmisión de conocimientos, sino también un proceso de formación de costumbres. Las escuelas y los maestros tienen una responsabilidad fundamental en este aspecto: no solo enseñar contenidos, sino también inculcar hábitos que perduren en el tiempo. Estos hábitos, una vez establecidos, pueden ser más influyentes que cualquier lección o examen.
Por ejemplo, un estudiante que se acostumbra a estudiar con regularidad y a organizar su tiempo, desarrolla una base sólida para el éxito académico y profesional. Por el contrario, un estudiante que se acostumbra a la procrastinación y a la falta de disciplina, probablemente enfrentará dificultades en el futuro. Savater enfatiza que la educación debe ser una herramienta para construir una vida plena, no solo para obtener un título o un empleo.
¿Para qué sirve la costumbre en la vida?
La costumbre sirve para automatizar comportamientos que, de otra manera, requerirían de una toma de decisión constante. Esto ahorra energía mental y permite enfocarnos en tareas más importantes. Por ejemplo, si nos acostumbramos a hacer ejercicio por la mañana, no tendremos que luchar contra la pereza cada día, sino que el hábito lo hará por nosotros.
También sirve para construir identidad. Las costumbres reflejan quiénes somos, qué valores priorizamos y qué nos hace felices. Quien se acostumbra a ayudar a los demás, por ejemplo, se convierte en una persona más empática y generosa. Quien se acostumbra a ser puntual, se convierte en alguien más respetuoso y confiable.
En el ámbito profesional, las costumbres también juegan un papel fundamental. Quien se acostumbra a planificar, a delegar y a mantener una actitud proactiva, probablemente alcance más éxito que aquel que no lo hace. Por tanto, la costumbre no solo es útil, sino que es esencial para construir una vida coherente y exitosa.
La importancia de las costumbres en el desarrollo personal
Las costumbres son el pilar del desarrollo personal, ya que son las que nos permiten construir una vida ordenada, productiva y significativa. Sin costumbres, estaríamos constantemente luchando contra nosotros mismos, tratando de decidir qué hacer, cuándo hacerlo y cómo hacerlo. Las costumbres nos dan estructura, nos dan dirección y nos permiten avanzar con confianza.
Savater argumenta que el desarrollo personal no es un proceso lineal, sino un proceso cíclico que se nutre de costumbres bien formadas. Cada costumbre que cultivamos nos acerca un poco más a la persona que queremos ser. Por ejemplo, si queremos ser más disciplinados, debemos cultivar la costumbre de levantarnos temprano, de hacer ejercicio diariamente o de estudiar con regularidad. Estas acciones, al repetirse, se convierten en parte de nosotros.
Además, el desarrollo personal también depende de la capacidad de cambiar costumbres negativas. Quien se acostumbra a la procrastinación, a la gula o al miedo al fracaso, probablemente enfrentará grandes obstáculos en su vida. Cambiar estas costumbres no es fácil, pero es posible si se tiene la determinación y la constancia necesarias.
La costumbre como forma de liberación
Aunque pueda parecer contradictorio, Savater sostiene que la costumbre puede ser una forma de liberación. Cuando establecemos costumbres positivas, nos liberamos del esfuerzo constante de decidir qué hacer y cómo hacerlo. Esto nos permite enfocarnos en lo que realmente importa: nuestras metas, nuestros sueños y nuestra felicidad.
Por ejemplo, si nos acostumbramos a meditar por la mañana, no tendremos que luchar contra el estrés cada día. Si nos acostumbramos a escribir en un diario, tendremos una herramienta para procesar nuestras emociones y reflexionar sobre nuestras experiencias. Si nos acostumbramos a ayudar a los demás, tendremos una fuente constante de satisfacción y propósito.
En este sentido, la costumbre no es una limitación, sino una herramienta de libertad. Nos permite construir una vida con sentido, con propósito y con coherencia. Es una forma de vivir conscientemente, sin estar sometidos a la inercia o a las distracciones constantes del mundo moderno.
El significado de la costumbre según Savater
Para Savater, la costumbre no es solo un hábito repetitivo, sino una elección consciente que se convierte en automática con el tiempo. Es una forma de darle estructura a la vida, de construir una identidad y de alcanzar metas. La costumbre, por tanto, es una herramienta poderosa que puede ser utilizada tanto para el bien como para el mal.
En su filosofía, Savater enfatiza que las costumbres deben ser elegidas con intención. No se trata de seguir lo que la sociedad espera de nosotros, sino de construir un estilo de vida que refleje nuestros valores y nuestros deseos. Esto implica un proceso de autocrítica constante, de reflexión y de compromiso con el crecimiento personal.
Además, Savater señala que la costumbre no es algo fijo, sino algo que puede evolucionar. A medida que cambiamos, nuestras costumbres también deben cambiar. Es una relación dinámica entre nosotros y el mundo, que se construye a lo largo del tiempo y que puede ser modificada con voluntad y perseverancia.
¿De dónde proviene el concepto de costumbre en Savater?
El concepto de costumbre en la obra de Savater tiene sus raíces en la filosofía clásica y en la educación tradicional. Filósofos como Aristóteles ya habían abordado la importancia de las costumbres en la formación del carácter. Para Aristóteles, la virtud no es algo innato, sino algo que se adquiere a través de la repetición de acciones buenas. Esta idea influyó profundamente en Savater, quien la adaptó a su enfoque moderno de la educación.
También hay influencias de filósofos modernos como Jean-Jacques Rousseau y John Dewey, quienes enfatizaron la importancia de la educación como un proceso de formación de hábitos y de desarrollo personal. Para estos pensadores, la educación no solo se limita a la transmisión de conocimientos, sino que también implica la formación de actitudes y comportamientos que perduren en el tiempo.
En el caso de Savater, su interés por la costumbre como tema central de su obra se debe, en parte, a su preocupación por la educación en la sociedad contemporánea. En un mundo donde la distracción y la inmediatez dominan, Savater ve en las costumbres una forma de resistir al caos y de construir una vida con sentido y propósito.
El papel de la costumbre en la vida moderna
En la vida moderna, la costumbre juega un papel fundamental, tanto en el ámbito personal como profesional. En un mundo acelerado y saturado de información, las costumbres nos permiten navegar con cierta tranquilidad, sin estar constantemente tomando decisiones sobre lo que hacer, cuándo hacerlo y cómo hacerlo. Esto no solo ahorra energía mental, sino que también nos ayuda a mantener la coherencia en nuestras acciones.
En el ámbito profesional, las costumbres como la puntualidad, la organización y la responsabilidad son esenciales para el éxito. Quien se acostumbra a planificar, a delegar y a trabajar con eficiencia, probablemente alcance mejores resultados que aquel que no lo hace. Además, las costumbres también son importantes para la salud mental. Quien se acostumbra a meditar, a hacer ejercicio o a escribir en un diario, desarrolla una mayor capacidad de manejar el estrés y la ansiedad.
En el ámbito personal, las costumbres también son clave para construir una vida plena y significativa. Quien se acostumbra a cuidar su cuerpo, a nutrir su mente y a cultivar relaciones sanas, probablemente disfrutará de una vida más equilibrada y feliz. Por tanto, en la vida moderna, las costumbres no solo son útiles, sino que son necesarias para construir una vida con sentido y propósito.
¿Cómo se forman las costumbres según Savater?
Según Savater, las costumbres se forman a través de la repetición consciente de un comportamiento deseado. No se trata solo de hacer algo una y otra vez, sino de hacerlo con intención, con propósito y con compromiso. Esto implica un proceso de formación que puede durar semanas, meses o incluso años, dependiendo de la complejidad del hábito y de la motivación del individuo.
El filósofo propone que para formar una costumbre, es necesario establecer una rutina clara, con metas específicas y con un sistema de recordatorios. Por ejemplo, si queremos formar la costumbre de leer diariamente, podemos establecer una hora fija para hacerlo, elegir un lugar cómodo y tener siempre un libro a mano. Además, es importante celebrar los pequeños logros, como leer un capítulo al día, para mantener la motivación.
También es fundamental tener paciencia y perseverancia. Las costumbres no se forman de la noche a la mañana, sino con constancia y dedicación. Quien intenta formar una costumbre sin compromiso o sin disciplina, probablemente fracasará. Por eso, Savater enfatiza la importancia de la autocrítica, la reflexión y la constancia en el proceso de formación de hábitos.
Cómo usar la costumbre para mejorar tu vida
Usar la costumbre para mejorar la vida implica identificar aquellas acciones que deseamos convertir en hábitos y aplicar estrategias para hacerlo de manera efectiva. Un primer paso es elegir una costumbre clara y específica, como levantarse a una hora fija, hacer ejercicio tres veces por semana o leer un libro al mes. Una vez que tenemos una meta clara, podemos establecer una rutina que facilite su implementación.
Por ejemplo, si queremos formar la costumbre de hacer ejercicio, podemos elegir una hora del día en la que nos sintamos más motivados, elegir un lugar cómodo y fijo para hacerlo, y programar recordatorios en nuestro teléfono para no olvidarnos. También es útil empezar con un objetivo pequeño, como caminar 10 minutos al día, para no sentirnos abrumados.
Otra estrategia es asociar la nueva costumbre con una acción que ya sea parte de nuestra rutina. Por ejemplo, si queremos formar la costumbre de beber más agua, podemos asociarla con el momento de levantarnos, de almorzar o de cenar. Esto ayuda a que la costumbre se establezca con mayor facilidad.
La costumbre y la felicidad
Una de las ideas más profundas de Savater sobre la costumbre es que, al final, las costumbres buenas son las que nos acercan a la felicidad. Quien se acostumbra a actuar con integridad, con generosidad y con propósito, probablemente experimente una mayor satisfacción en la vida. Por otro lado, quien se acostumbra a actuar con egoísmo, con miedo o con indiferencia, probablemente experimente insatisfacción y vacío.
Savater argumenta que la felicidad no es un estado permanente, sino un resultado de nuestras acciones. Y las acciones, a su vez, están determinadas por nuestras costumbres. Por eso, si queremos ser felices, debemos cultivar costumbres que nos acerquen a ese estado. Esto no significa que debamos ser perfectos, sino que debamos ser conscientes de lo que hacemos y de cómo nos afecta.
Por ejemplo, si nos acostumbramos a agradecer cada día, a valorar lo que tenemos y a expresar gratitud, probablemente experimentemos una mayor sensación de bienestar. Si nos acostumbramos a ayudar a los demás, a compartir lo que tenemos y a ser generosos, probablemente experimentemos una mayor satisfacción personal.
La costumbre como herramienta para vencer el miedo al fracaso
El miedo al fracaso es una de las principales barreras que impiden a las personas formar costumbres positivas. Quien teme fallar, tiende a procrastinar, a no intentar nada nuevo y a quedarse en su zona de confort. Sin embargo, Savater sostiene que las costumbres pueden ser una herramienta poderosa para superar este miedo.
Al establecer costumbres pequeñas y manejables, como levantarse a una hora fija, hacer ejercicio tres veces por semana o leer un libro al mes, vamos construyendo confianza en nosotros mismos. Cada pequeño logro nos acerca un poco más a la persona que queremos ser y nos prepara para enfrentar desafíos más grandes.
Además, las costumbres nos permiten aprender de nuestros errores sin sentirnos derrotados. Cada día que nos levantamos, que seguimos adelante, que no nos rendimos, demostramos que somos capaces de superar el miedo al fracaso. En este sentido, las costumbres no solo nos ayudan a construir una vida mejor, sino que también nos enseñan a vivir con valentía y con esperanza.
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